porque el tiempo es breve, pero me ama

miércoles, 23 de mayo de 2012

primeras impresiones sobre el violín

El violín es un instrumento de precisión y equilibrio. Es necesario estar en la capacidad de dosificar la violencia, la intensidad, la pasión, los nervios y la fuerza al momento de frotar la crin del arco sobre las cuerdas. Es casi propiciar un paseo romántico, con la intención de que el violín y el arco se enamoren y se queden juntos hasta su biodegradación. De ser una misión exitosa, tendremos como resultado música.

El violín ha de encajar entre la barbilla y la clavícula, lo cual le dará una función mucho más bella que la estética y biológica a este hueso. Es necesario hablarle al violín, pedirle cordialmente que se quede quieto, contarle sobre otros aspectos de tu vida para que entienda de tu sudor y de tu sueño. La crin deberá ser previamente preparada con resina para mejores efectos del acto amatorio.

No se ha de empuñar el arco como una espada, ni se ha de llevar como un diente de león que no queremos  se desplume. Se sujetará con la misma determinación que tenemos cuando dejamos que un hombre extraño pero curiosamente familiar, nos coja de la cintura para bailar bolero.


Si frotas de manera muy suave o muy fuerte las cuerdas, el violín emitirá un chillido similar al de un gato al que le aplastas la panza. Se deberá presionar con exactitud indecorosa las cuerdas para lograr cada nota, esto es muy complicado ya que el violín a diferencia de la guitarra no tiene trastes.

El violín desarrolla tu memoria táctil. Una, que toda su vida ha luchado por desproveerse de la memoria, termina jodida. El violín te proporcionará la capacidad de almacenar recuerdos no solo en el cerebro y el olfato, sino también en las manos, el cuello, el omóplato izquierdo, el maxilar inferior y el oído.

Si quieres aprender a tocar violín tienes que tener muy claro lo importante del sacrificio, la repetición, la constancia, la resistencia y la disciplina.
Si eres de los que pretende dejar que su instrumento se llene de polvo en una esquina de la habitación o si piensas que es suficiente tocar una vez por semana o cuando te sientes melancholic; si eres de los que rompen vasos, platos, tazas; si eres de los que se levantan unos días a las seis de la mañana y otros a las dos de la tarde, si tu horario para almorzar se confunde con el del desayuno, si no cortas tus uñas con frecuencia, si no tienes la virtud y paciencia de jabonar bien cada parte de tu cuerpo o si eres un cobarde de mierda, mejor anda buscando otro instrumento. Un triángulo por ejemplo.