porque el tiempo es breve, pero me ama

viernes, 18 de mayo de 2012

lost in translation

Semana llena.

El martes vino M. a entrevistarme y me hizo escribir un cadáver, fue bonito porque hace mucho que no jugaba al muertito. Luego me contó que ahora bailar salsa y mirar televisión nacional le hace bien. Yo también bailo salsa ahora, es divertido, si la Kara de quince años me viera seguro se lanzaría del puente más cercano.

El miércoles tuve clase de violín, pero eso merece un post aparte.

El jueves anduve en El Virrey con Carlos, me hizo una entrevista para su blog, terminamos hablando de nuestros gatos. Siempre que acabo una entrevista me quedo muy loca, porque en el proceso de pregunta/respuesta me voy dando cuenta de lo que pienso, de mi forma de entenderlo todo, de mis procesos y eso me asusta un poco.

Ando muy animada porque escribo a cada momento, en el trabajo, en mi casa, en la calle, en los restaurantes, en los bares, en la pista, en el jardín, en el parque, en la ducha, mientras hablo, mientras camino, mientras como, mientras dibujo, mientras duermo...tengo muchos proyectos anotados. Creo que estoy en una etapa terriblemente productiva, quizá por eso siento que pierdo un poco el control de las cosas.

Mañana promete ser uno de esos días que te quieres llevar al otro mundo cuando mueras. Yo tengo la peluca y ella tiene calvicie. Además tenemos algunos japoneses que nos darán el contexto adecuado.

Ahora me voy por unos días, pero les dejo un texto que escribí hace poco.

SILVESTRE

Dejo que en mí
crezca el odio
libremente

no lo podo,
no le doy forma,
no me molesta saber que va abarcando el espacio
que en otro tiempo fue habitado por sentimientos más calmos.

A veces siento que sus raíces se descontrolan,

a veces siento que sus espinas son manos maternales que me brindan consuelo,
entonces dejo que me arrulle y que me diga buenas noches,
dejo que se meta en mis sueños para matarte.

Quiero que sea la única inflorescencia que me habite,
porque ya no creo en lo posible
porque ahora pienso y repito como un credo
que la felicidad ha sido sobrevalorada.

Dejo que crezcan silvestres los peores recuerdos
para poder seguir viva,
para liberarme de la inacción de la tristeza,
para poder terminar mi almuerzo y reír como demente sin saber lo que es la alegría

dejo que el odio sea una estampida de cien mil caballos
que arrastran mi mente,

mi mente de cien mil toneladas,
mi mente que está harta de estar varada en la misma playa,
en el mismo estacionamiento vacío,
en el mismo lejano oeste sin plantas rodantes,
en tu misma ausencia,
en esta cabeza que se reduce como un níspero madurando en la vereda,
y es muy fácil
no creerías lo fácil que es
cuando no tienes nada que contenga la ira
cuando ninguna camisa de fuerza ha sido creada

es tan bonito sentir cómo se expande,
cómo va arrasando con todo,
cómo va siendo verdadero aquello de que el mundo se acaba cuando cierras las puertas,
cuando asfixias en tu propio cuerpo cualquier esperanza,
todas las inocencias,
las sensaciones primarias,
los colores vivos

todo es tan tranquilo desde acá


la luz no vendrá a molestarme.