La mejor sopa que he probado en mi pequeña y traicionera vida es la sopa criolla que preparan en Don Bosco. Es bellísima. Trae en la base un huevo frito sumergido y te la sirven con una rebanada de pan tostado, le ponen amor y generosa ración de carne en cubitos y una cascada de tallarines que se deshacen al mínimo contacto con la lengua.
Nunca un plato de sopa me había emocionado tanto, creo que voy a llorar.