Me he vuelto a encontrar con algunas sensaciones y hábitos que quería no tener en el cuerpo, por boba, por sentir que lo correcto era andar triste y molesta. Me negaba a la posibilidad de ser la cometa que se le escapa al niño, solo por temor a enredarme en el cable de luz.
Y he disfrutado tanto el Jirón de la Unión sin más habitantes que las bolsas de basura formando un montículo similar a un colchón de agua sucia, la saliva apagando el incendio de mi dedo meñique, las piscinas y la National Geographic; el bolero, la chicha y el vals, tus ojos como células que se miran a través de un microscopio, los abrazos largos, la luz azul de una nueva mañana que nos pilla fumando un cigarro en la avenida.
Todo ha valido la pena. Todo ha valido la alegría.
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También he vuelto a examinar mis discos, mis libros, mis libretas, mis juguetes, mi vidita. Encontré el Here's to you Charlie Brown de David Benoit que no es la gran cosa, pero que te deja una sensación bonita, si te gusta Charlie Brown claro. En el supermercado compramos carritos, yo traje a casa un Chevy Nova del 66 color rojo, un auto precioso que cabe en la palma de mi mano.
Encontré finalmente Katatay en primera edición, pero está ciento cincuenta soles y eso es aproximadamente una semana de almuerzo. Lo estoy evaluando. Por ahora ando buscando un libro de Ilhan Berk, veremos.
En mi nueva libreta amarilla, la cual compré con C. poco antes de entregarle mi último libro, hay algo de tres dibujos nuevos y extraños. El que más me gusta es el del perro comiéndose los hongos de un árbol. Lo posteo luego.
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Hoy escribí esto en el trabajo, en la última página de tu libro:
Para no embestirte con la boca
he tenido que nombrar todas las plantas del parque
para no fijarme en tu labio / para no reconocer su color
para enceguecer mi lengua curiosa / para amaestrar mis dientes
te he robado el humo
y he hablado hablado ha bla do.
Mis conocimientos de botánica
no me salvarán,
no te salvarán,
la próxima vez.
