variaciones
martes, 9 de abril de 2024
Hablando solas, un homenaje a Blanca Varela
jueves, 29 de febrero de 2024
Salbutamol
Estoy enferma. Estoy enferma y triste.
Estoy enferma, triste y ansiosa.
No sé nada de ti. No sé nada de mí.
El futuro quiere venir y romper mi puerta.
El futuro quiere que me mate.
No quiero nada de futuro en mi casa.
No quiero que el futuro se coma mi cuerpo y escupa mis pasos.
Quiero no sentir nada en los pulmones. Quiero sentir nada en la garganta. Que no duela tu silencio.
Quiero arrancarme todo lo que me duele. Quiero ser feliz y optimista y narcótica.
Quiero que la honestidad me arrastre por una corriente tranquila y no sentir que me ahogo sentada en la orilla.
Estoy enferma, pero es peor estar triste.
2.
He perdido cinco kilos desde tu muerte.
He perdido el hastío y la preocupación de verte morir cada día.
No puedo sacar de mi mente tus lágrimas. No sé si fue llanto o solo un fluido más que excretaba tu cuerpo. No todas las lágrimas son llanto. El llanto es pena.
Las lágrimas pueden ser sueño o alegría o sexo oral intenso.
3.
Sigue adelante y sé una bestia subterránea que
destruye todo lo inmerecidamente vivo.
4.
No sé si deba, No sé si pueda, No sé si quiera. No sé por qué pisé las comas en el teclado cuando
lo que quería en verdad eran puntos seguidos. Una dosis doble de salbutamol despejará la duda
y con algo de fe (esa sílaba difícil),
despejará la congestión vehicular que hace de mi mente un infierno común,
asfalto agujereado del horror diario.
Quiero saltar y ocupar la madriguera infinita.
5.
El sonido del papel que se rompe es el sonido del desgarro.
Puede ser música o puede ser desesperación, tú eliges el lugar de la herida (diría Pizarnik).
Estoy haciendo todo lo posible por seguir, papá.
Una vez te dije que quería lanzarme desde el techo de la casa y creo que no te diste cuenta,
tenías un talento superior para no darte cuenta de las cosas, papá. Siempre
recuerdo tu sonrisa al decirnos que era cáncer y no covid. Eras cruel,
papá, pero muy gracioso, debo admitir.
martes, 23 de enero de 2024
Just in time
Me sobra más de una mano si cuento con los dedos los momentos de perfección que me encontraron entera. Siempre hecha trizas. Pedazos de mí apilados unos sobre otros, como apachetas altísimas, con la levedad del viento estremeciendo los espacios en blanco entre piedra y piedra. Qué burla puede ser el equilibrio en ocasiones, una búsqueda de felicidad catalogada. El control es útil en cuanto la desgracia acecha y aún así no sirve de tanto. Pero si los días son todo lo opuesto a la desgracia ¿Qué control he de ejercer? ¿Cuál sería la excusa para no dejarme ir tras aquello que me mata? ¿Para qué el blindaje heredado de los años?
Los signos de interrogación pertenecen a una retórica desgastada. Las ganas de ser algo que se desmorona sobre ti impera. Manta hecha del sudor de tu cuerpo. Tiempo que se desmenuza y aniquila las fórmulas.
miércoles, 1 de febrero de 2023
Ahora vamos hacia el mar
lunes, 3 de mayo de 2021
domingo, 2 de mayo de 2021
Servicio de espionaje
De momento mi mayor contacto con la naturaleza consiste en el ejercicio cotidiano de mirar a un par de palomas que están haciendo nido cerca de mi ventana. Nos gusta llamar al macho ‘la paloma espía ‘ porque siempre lo pillamos mirando hacia nuestra habitación, pero en realidad el servicio de espionaje se da en ambos sentidos.
Una mañana despertamos y nos dimos cuenta que el macho andaba en plena labor de colectar ramitas para armar su nido. La sorpresa fue el verlo ir y venir a pie con unas ramas largas y de hecho que pesadas para el pico de un palomo. Quizá por eso iba a pie. Pacientemente el palomo anduvo caminando toda la mañana con las ramitas más bonitas que encontró. Su trayecto era en forma de L y en un tramo desaparecía, así que nunca supimos dónde fue que andaba construyendo su casa.
Lo que si sabíamos es que había sido desalojado de su antiguo nido a punta de escobazos por una vecina que estaba un poco harta de que le anduvieran cagando las ventanas.
Pobres palomas. Empezar de cero no parece ser más fácil para un ave de la urbe. La pareja de palomas me genera mucha ternura. Por las tardes se espulgan mutuamente y luego parece que se besan, aunque quizá solo intercambien bichitos con el pico, que es lo más cercano a un beso humano.
Cuando sale el sol se posan en el muro que separa mi casa de la casa del vecino y se quedan quietas para recibir la luz y el calor y sus plumas se vuelven redondas y toman una apariencia que las hermana con las alcachofas.
Pasamos mucho tiempo observando a las palomas. Tanto así que a veces conversamos sobre ellas en los desayunos. Incluso intercambiamos comentarios con nuestras madres, que también las miran de cuando en cuando. ‘Ya llegó la palomita’ dice la abuelita Libia sosteniendo a un bebé en brazos y acercándose a la ventana. Los bebés ya se dan cuenta de la existencia de las palomas y a veces las reclaman para sí.
¿Cuánto tardará una paloma en construir su nido? Voy a google enseguida y escribo ‘paloma’ en el buscador. Descubro que las palomas son aves monógamas, autoconscientes y que pueden diferenciar la forma hostil de la amable con las que son tratadas por los humanos. Además, tanto macho como hembra empollan los huevos. La construcción del nido es también una tarea conjunta, el macho lleva las ramitas con las que la hembra empezará la construcción. Sigo leyendo y el asunto se pone algo siniestro, ya que el nido también puede consolidarse con residuos fecales de sus habitantes e incluso con pichones momificados. Después de un rato de andar leyendo sobre palomas no doy con el dato del tiempo.
Todavía no nos animamos a llevar a los gemelos a los parques vecinos. El miedo aún impera. Sabemos que tenemos que exponerlos a distintos entornos porque es parte de su aprendizaje sensorial, pero nos cuesta adaptarnos a la realidad. Es el encierro nuestra manera de mantenernos cuerdos y protegidos. Algunas veces entramos al pequeño jardín de la abuelita Anita (mi madre) que tiene nardos, rosas, crotos y azucenas. Ahí los bebés aprenden algunos colores y olores y formas. A veces, si sale algo de sol, los tenemos transitando por la casa sin cobija y por ahí que dejamos que les caigan unos rayitos. Qué extraño es el tiempo en que les ha tocado nacer. No nos dejamos vencer por el pesimismo, tampoco recurrimos a artificios para mejorar nuestro ánimo; de momento, seguimos espiando a las palomas y recibiendo aprendizaje del trocito de naturaleza —tan sabia y tan basta— al que podemos acceder.
sábado, 1 de mayo de 2021
Desde mi azotea
Subir a tender la ropa es de momento el paseo que me conecta con mi entorno. Es el techo del tercer piso de mi casa la cubierta de un barco varado en el asfalto en deterioro de la calle donde vivo. Al final de ella, inamovible y contemplativa, sobrevive la pequeña huaca.
Más allá, el ruido blanco de los motores enfatiza que no hay mucho de ‘nuevo’ en la ‘nueva normalidad’. El paso de los aviones es ahora menos frecuente. Si alguno surca el cielo mientras estiro una chompa húmeda y pesada – una de aquellas que hunde un poco la tensa línea del cordel- ensayo en mis deseos el pedido de una puesta de sol.
Ahora aprecio el sol. Son los días soleados los más felices del intermitente invierno en Lima. Las tardes se alargan en la extensión del manto de luz de un falso verano. La ropa seca rápido.
Si el paseo es nocturno, porque el tiempo es tirano y hay que lavar cuando se pueda, aprovecho para ver las luces. Hoy hubo estrellas en La Gris. Pude contar más de catorce, lo cual es una suerte en una ciudad donde la contaminación lumínica rara vez le da tregua a los astros. Al fondo del paisaje ha crecido un edificio. Solo tres ventanas encendidas en un bloque sin gracia. Erecto, vertical, desolado. El cerro San Cristóbal -apu mayor de la ciudad- es un punto chiquitito con una luz titilante en su cima. Las copas de los árboles se mecen suavecito en los parques vecinos.
Termino de colgar las medias impares como colocando notas en un pentagrama de alambre. Esta es mi canción. Gotea en mi cabeza en forma de palabras bailables. La tina está vacía. Es hora de volver a mi no soledad.
jueves, 4 de enero de 2018
- Creo que nunca he sido la primera enamorada de nadie- le digo.
Han pasado 12 años desde que esa foto fue tomada. Tú eres un niño que cabe perfectamente en el papel de un niño. Eres el yunque más ligero del mundo. Te gusta sacar la lengua en las fotos. Ella ya es la primera enamorada de alguien. Habla y sonríe poco. Me recuerda a mí después de mi primer enamorado. Comemos y bebemos mientras esperamos que el show comience.
El lugar parece un desfile de antorchas sin niños. Maquetas luminosas en formas de animales. Un dragón larguísimo hecho de vajilla china. Dinosaurios de fibra de vidrio con gestos de andar perdidos en el tiempo/espacio. Sobre el escenario un presentador anuncia los números que veremos esta noche: la ceremonia del té, el mágico cambio de caras, artes marciales y pruebas de fuerza. Me siento como en una actuación de colegio. Trato de sentirme feliz y lo consigo. He aprendido a modular mis sensaciones. He colocado palancas para aplausos y carcajadas en lugares estratégicos de las sinapsis. De eso debe tratarse la adultez. De falsear emociones hasta el punto en que dejen de ser falsas.
En esta tengo 7 meses de embarazo y 21 años recién cumplidos.
Ensayo mentalmente canciones para cantarte cuando ya seas humano. Está una de Atahualpa Yupanqui que se llama ‘Duerme Negrito’. Es una canción muy bella, ideal para la hora de irse a dormir, con amenazas tiernísimas (el amor que no infunde miedo, no es amor) y sonidos onomatopéyicos. La entono en voz alta y me toco la barriga como un tambor con ombligo en alto relieve. Luego canto ‘Piove’ de Jovanotti en falso italiano y todo se va a la mierda. Pienso que quizá sea una pésima mamá, y que en lugar de emocionarme al recibir la rosa de plástico y tela en el día de la madre, solo la dejaré morir en el polvo de los regalos fabricados en serie.
- Mamá, ¿puedo pedirte una cosita?
Me hablas como te hablo. Me hablas como si fueras mi mamá. Accedo a tus pedidos porque son simples y justos y porque casi siempre son acciones u objetos que también deseo. Entonces compartimos la pertenencia y la alegría de habernos salido con la nuestra. Somos dos niños. Somos dos señoras treintonas que beben café.
Una noche te escuché cantar y te molestaste conmigo. Lo estabas haciendo en secreto y yo lo descubrí y quise saber más sobre tu canto. Pero te llenaste de rabia y no quisiste seguir y yo sentí un pequeño fracaso. Lo siento. Cuando era niña mis actos secretos tenían que ver las películas de terror y las películas para adultos, seguido además de la masturbación. El canto siempre era público. Así lo aprendí en el colegio.
Esta es de esta tarde. Tengo 32 años, tú tienes 11 y usas lentes.
En ella aparecemos Úrsula, tú, la maqueta luminosa de un panda y yo. Somos nostalgia futura. Nada reemplazará este momento, aunque ahora nos resulte vano, aunque no queramos sonreír al sonido artificial del disparador de este Smartphone. Salimos del lugar arrastrando piedritas y arena en los zapatos. Ahora solo nos queda volver. Luego el ejercicio del recuerdo nos destruirá y solo sobrevivirá esta imagen encerrada en la pantalla táctil. Y todo lo no escrito quizá sea tu nueva secreta canción. O la mía.
lunes, 21 de agosto de 2017
Gracias Bob, gracias Patti. Adiós, Arturo.
lunes, 26 de diciembre de 2016
el portafolio de la muestra aquí, una breve nota acá.
domingo, 30 de octubre de 2016
el día de la presentación proyectamos este video, el cual trabajé junto a Pepe Cahuas en el mes de julio. la descripción que acompaña dice así:
Recorrido audiovisual por Lima y los escenarios del libro 'los abrazos largos. prosa' de Karina Valcárcel. Grabado los días de julio en la Residencial San Felipe, el tren eléctrico, las ciclovías de las avenidas Arequipa y Salaverry, distritos de Lince, San Isidro, San Borja, San Miguel, Pueblo Libre, entre otros. El fin fue recrear -a través de un collage de imágenes y secuencias- la atmósfera que intenta transmitir las prosas de este libro; así como evocar el estado de ánimo de quien observa desde distintas perspectivas la ciudad, su tránsito y sus palabras.
y el video es este:
despierto al mediodía del mismo domingo. ha salido el sol y huelo a sexo. me lavo la cara y los dientes y bajo a desayunar. vierto dos cucharadas de café instantáneo al agua caliente de mi taza y luego veo que no tengo azúcar. reviso todos los lugares posibles en los que podría hallar al menos un poquito, pero nada. estoy desabastecida. ya pasaron once días desde que mamá se fue a europa. ahora soy una chica de 31 años en una casa con tres hombres. un niño y dos adultos. uno de ellos es papá. papá viene a dormir a casa todos los días desde que madre se fue a Barcelona. papá dejó de vivir en nuestra casa a mis 12 años. ahora compra el pan por las mañanas y me llama por la noches para preguntarme si llegaré a dormir. papá extraña a mamá, pero en especial extraña la posibilidad de su independencia y desapego. amo a papá y extraño a mamá.
en un rato bajaré a freírme algo para el almuerzo. no recuerdo por qué empecé a escribir todo esto, yo quería decir algo que se perdió en el camino, pero me importa menos de lo que me importa elegir el almuerzo de esta tarde. yo solo pasaba por acá para sentir que no he abandonado del todo el ejercicio de darle a las teclas negras de mi laptop. además, quería archivar una serie de sucesos y recuerdos, porque mi memoria es blanda y se agujerea con facilidad. volveré en próximos posts, pero primero, una fritura.