lo bello puede ser denominado como tal en cuanto preserve su condición libérrima. por ello, la sensación de que la belleza es
pasajera corresponde al hecho de que la libertad sea un estado de movimiento constante. se puede sostener lo bello, como se puede
sostener lo libre. sostener -hay que decirlo- es una acción distinta a la de apresar. se podría decir que lo segundo es la
prolongación indefinida de lo primero. y en esta afirmación intuyo nuevamente el rol del tiempo en la concepción de la idea de
belleza. el tiempo es siempre enemigo, como también lo es el dinero y todos los aparatos y convenciones señaladas por los
hombres para construir pirámides. lo bello y lo libre es haber sido acariciado por la cola de un animal mitológico, es haber sido
besado por un canto inaudible. lo bello y lo libre no cabe en ningún prisma. no cabe en nada que podamos trazar o si quiera
imaginar como volumen.
por eso, cuando pienso en belleza, no pienso en un objeto específico, menos aún en una persona. cuando pienso en belleza pienso en
mis limitaciones. no con desdén hacia mi propia persona, sino con la pequeña pero satisfactoria frustración de al menos haber podido pasear la mirada por todo aquello que ya se va.
saber que nunca podrás tocar el sol
no te impide disfrutar del ocaso.