una araña camina tranquilamente sobre las losetas de la ducha.
la araña, que evidentemente no toma duchas, no resbala en ningún momento. sin embargo, pese a esta aparente determinación y firmeza, parece no saber muy bien hacia dónde ir. el laberinto de la araña es otro. es plano, blanco y cuadriculado, ninguna pared se alza para impedirle el paso. es húmedo, frío y de cuando en cuando una enorme masa de agua cae en el laberinto, se le cruza a la araña como aquella piedra absurda y gigante que rueda persiguiendo a indiana jones.
el laberinto de la araña es otro y nuestra gota de agua puede resultar mortal para ella. quizá sea ese el verdadero laberinto de la araña. pero, como ya dije, el laberinto de la araña es otro y nosotros jamás tendremos acceso a aquel. el laberinto acá nombrado es humano, pero no es el mismo que aquel que el humano cataloga de laberinto.
la araña, parcialmente mojada, sigue su tránsito o cumple algún propósito sin saber nada de esto.