Soy la hija del ratón Ignacio y la gata loca, por eso el
amor me desquicia. De mi madre he heredado la demencia, los ojos como corazones
dibujados, la agilidad para perseguir lo insensato, la perseverancia en dañarme
el cerebro con tan ruin enfermedad, el abandono total de la razón. De mi padre
adquirí la violencia, la fuga total ante las muestras de cariño, a utilizar palabras
ofensivas como signo de confianza, la puntería necesaria para noquear de un
ladrillazo a quien me ofrezca amor. Soy el resultado de lo imposible, sobrevivo
todas las caídas cual dibujo animado, lo que vive en mí está en constante
confrontación con aquello otro que también vive en mí. Hasta ahora nadie logró
ganar esa partida.
Soy dos veces bivalente, mi corazón es un estómago de vaca. Estoy harta de ser todas las que soy y estoy harta de ser ninguna. Maúllo o chillo de tristeza y acicalo mis bigotes sentada bajo una parra. Me siento bien en el desierto y también me siento demasiado sola. Mi ser gato ama a mi ser ratón y mi ser ratón, no me ama. No quepo en los pequeños agujeros que crecen al ras del suelo en las casas. La lógica indica que si tengo nueve vidas, entonces también tendré nueve muertes, pero soy mitad ratón y mis instintos no responden de la manera esperada.
Soy dos veces bivalente, mi corazón es un estómago de vaca. Estoy harta de ser todas las que soy y estoy harta de ser ninguna. Maúllo o chillo de tristeza y acicalo mis bigotes sentada bajo una parra. Me siento bien en el desierto y también me siento demasiado sola. Mi ser gato ama a mi ser ratón y mi ser ratón, no me ama. No quepo en los pequeños agujeros que crecen al ras del suelo en las casas. La lógica indica que si tengo nueve vidas, entonces también tendré nueve muertes, pero soy mitad ratón y mis instintos no responden de la manera esperada.
Soy hija del ratón Ignacio y la gata loca, de ellos aprendí lo que sé de la angustia del amor.