porque el tiempo es breve, pero me ama

lunes, 16 de febrero de 2015

no me gustan aquellas melodías que suenan a triunfo. tampoco aquellas que evocan algún tipo de persecución, algunas tenebrosas me causan una ternura extraña, por ejemplo night on bald mountain de mussorgsky. de alguna forma la asocio con mi niñez, nada siniestra por cierto, solo que por aquel entonces disfrutaba mucho el ver películas de 'terror'. supongo que medía mi resistencia. quizá fue eso lo que luego permitió entregarme tan cándidamente al terreno del amor. me gustan las melodías similares al aroma del jazmín, algo que encuentro por ejemplo en satie. también me gustan aquellas que parecen sobrellevar su tristeza con ironía. los nocturnos de chopin. el amor interpretado-recompuesto-reconstituido-reinventado-pintado por liszt. el dolor, también por liszt. y en estos días, las mezclas inventadas por dmitri shostakóvich, quizá el menos popular de todos los mencionados, soviético, experimental, híbrido, despreciado, vapuleado, escupido, acusado de pornofonía y bello en toda la dimensión del concepto. son estas historias de desprestigio las que más me calan. me pasó con eguren, me pasó con vallejo, me pasa con shostakóvich.