porque el tiempo es breve, pero me ama

jueves, 23 de octubre de 2014

al final del día solo queda una escena fragmentada. puedes precisar ciertos detalles, pero no la totalidad de lo acontecido. será porque te quedaste mirando durante minutos de trescientos segundos la copa de aquel alto árbol. una redondela de ramas y de hojas batidas por el viento de maneras variadas. en la cúspide se mece lenta la mañana. en los extremos, se turban los poblados y los pobladores. hacia el tronco reina la anarquía. la copa varía su forma y es cada vez la de un árbol distinto e inefable. pero es solo un árbol y tú sufres de lagunas. por eso puedes perdonar con la facilidad de un niño que adopta un insecto.

esperas que sea de noche para matar a las moscas. piensas que es la mejor forma de cometer una emboscada: ser el elemento que irrumpe en el sueño y luego, negro negro negro de muerte. las moscas no van hacia la luz. no existe el dios de las moscas. william golding, la ciencia y la guerra. un golpe más y la última criatura se desvanece en la sala de tu casa , que es ahora un escenario violento.

sigues observando la cúpula verde. el timbre del teléfono móvil de aquel hombre es un tema de franz liszt. y adoras este viento suave que precede al verano. miras la copa de aquel árbol como quien revisa su propio encefalograma. piensas que tu cerebro sería más bello de ser una piscina cubierta de hojas. desatas mentalmente ciertos nudos y te dejas ser algo mecido por el viento. adoras el pecho que te sirve de almohada. sufres de lagunas. eres un árbol. eres un pez. eres el charco de lo negativo.