mi vida es una tragicomedia
griega gringa. estoy en el tercer día de un resfriado feroz. mi nariz destila moco verde, en ocasiones blanco y bien macerado, adquiere un tono amarillento y una consistencia placentaria. tengo la voz de un transexual y sudo como puerco adobado. tengo que saciar mi sed con infusiones calientes: manzanilla, hierba luisa, té con canela. pese a todo el malestar, esta tarde me he armado de valor y me he bañado. luego he procedido a desenredarme la larga y anochecida cabellera. con la ropa puesta y la boca embadurnada del rojo usual, he caminado hasta el centro fotográfico que está en la avenida más cercana a mi casa para hacerme un retrato.
***
llego al café acordado para nuestro encuentro. lo llamo y le anuncio mi llegada. la espera es breve. él llega sobre platero y lo estaciona a cinco pasos de la mesa que ocuparemos. pero al rato sucede lo imprevisto: él ha dejado la llave dentro del auto y además, el motor encendido, y además (y felizmente) la ventana trasera abierta. ella se introduce por la ventana y salva la tarde. él la bautiza como 'la mujer araña'. estamos los tres bebiendo y charlando. me quejo de lo horrible que es estar resfriada en verano y él sugiere un shot de pisco a manera de remedio.