porque el tiempo es breve, pero me ama

martes, 1 de abril de 2014

'Yo me considero un guionista con facilidad para el dibujo'

AYUDAR A REÍR AL QUE SONRÍE…


…dice un verso de uno de los ‘Poemas Humanos’ del más universal  de nuestros vates: César Vallejo. Carlos Dávila (o Lavida, según la ocasión) ha decidido partir de la poesía del padre César y además se le ha ocurrido convertirlo en niño. Como resultado está próximo a publicar ‘Vallejito’.

[ ENTREVISTA: KARINA VALCÁRCEL ]


Lavida no es una figura nueva en el ámbito del humor gráfico peruano. Desde hace ya algunos años podemos gozar de sus viñetas en El Otorongo e incluso ha pasado por las páginas de esta revista sin clase. Fuera de su trabajo con el humor político, ha publicado dos novelas gráficas: ‘Las moscas no vuelan de noche’ protagonizada por uno de sus personajes más populares (el carismático asesino Ed Hibert) y recientemente ‘Tren de ficción’.  Este año, a fines de febrero, lanzará un nuevo libro y pronosticamos varias rasgadas de vestiduras por parte de la crema y nata de la intelectualidad lorcha.

VALLEJO Y LA VIDA
¿Cómo nace Vallejito?
Hace mucho tiempo me invitaron a un colectivo literario llamado ‘Cadáver exquisito’ para publicar algo de mi producción en un blog que ellos habían creado y que se actualizaba con cierta frecuencia  y bueno, pensé en un personaje que tuviera que ver con la poesía para estar a tono con el contenido de la página. Creo que no le di muchas vueltas, dije: puede ser un Vallejo niño. Hice unos bocetos y pegó, entonces empecé a colaborar con la bitácora dos veces por semana. Luego el blog cerró, el grupo se separó y a mí me quedó el personaje. Eso fue por el 2009. Creo que es algo nuevo en cuanto a formas de representar a una figura literaria.

No te parece que es muy arriesgado tomar la figura de César Vallejo para caricaturizarlo, a él y a sus poemas
Al contrario. Es un niño, no hay pretensión de ofensa, los chistes son inteligentes de algún modo. En algunos casos, no podrás entender las situaciones que planteo si no has leído a Vallejo. A mí me satisface mucho el resultado, él es uno de los autores  que más he leído, digamos que siendo uno de los más conocidos y queridos. Me imagino que tendré algunos problemas, de hecho habrá algunos indignados. Espero que comprendan la imagen y la intención del chiste, estamos casi últimos en comprensión lectora, ¿cómo andaremos en comprensión de imagen?

¿Cómo se justifica la parte del libro de ‘Encuentros’ donde Vallejito juega con escritores de distintas épocas y lugares?
Eso es lo bueno de la caricatura y el humor, te permite crear encuentros que son imposibles en la vida real. Por ejemplo en el humor político, puedo hacer que se protagonicen una viñeta tanto el personaje de una película con un deportista o un presidente y eso le añade un plus de humor. En el caso de la segunda parte del libro, Vallejito juega con otros escritores como Jorge Eduardo Eielson, Borges, Cortázar e incluso con su famoso personaje Paco Yunque. La idea es jugar.


¿Cómo ha sido el proceso de armar el libro?
Estaba buscando algún sello que se interese por el humor gráfico, ya que los dos anteriores libros que tengo son historieta, pero acá carecemos de editoriales que se dediquen al humor gráfico, es decir no existe ‘La Flor’ como en Argentina. Fue difícil encontrar una editorial, hasta que llegué a Altazor, que si bien no es una editorial especializada, me ofrecieron la publicación en color y en un papel de buena calidad, y eso en nuestro medio es valioso. En cuanto al libro en sí, pues para la primera parte he ordenado los versos en orden cronológico y la parte de encuentros la he colocado hacia el final.

Lo de ‘Vallejito’ también es arriesgado en el sentido de que existe una forma establecida de lo que genera la risa ¿no? El humor aprendido, la fórmula
Claro, pero tengo fe en que revestir las situaciones reales y convertirlas en un arma de expresión humorística puede funcionar. Yo soy muy mal intencionado también, pero eso es parte. Por ejemplo, los memes son una forma de hacer humor, cualquier puede hacer un meme y eso es chévere pero además es empírico ¿no? Y funciona muy bien en redes sociales pero que no es algo que trascienda más allá. A diferencia del humor gráfico que creo tiene una veta más profesional, que no siempre busca la risa sino también el comentario o la reflexión de algún tema. Yo evito el molde, prefiero trabajar
según la situación.

OTRAS VAINAS
¿Cómo empiezas en esto del humor gráfico?
Yo siempre he dibujado y siempre he pintado. Cuando salí del colegio se me ocurrió que podía ser pintor, como mi tío, y pensaba: bueno, de repente me liga, me voy a París y me cago en plata (risas) Estuve en la pre de Bellas Artes pero no llegué a postular, de ahí me puse a estudiar diseño gráfico… ahora ¿por qué hice el cambio? Pues, la verdad, necesitaba estudiar algo que también me diera un soporte económico. Era el año 2003 o 2004 y tenía muchos amigos pintores que paraban misios y había problemas en la Escuela, entonces me fui al lado oscuro. Estudiando diseño gráfico me di cuenta de dos cosas: no necesitabas materiales cuyo uso te demandara invertir mucho tiempo, como el óleo y el lienzo, además que nada me mancharía las manos –no soporto tener las manos manchadas, me las lavo cada cinco minutos- fue así que me empezó a agradar. Con el óleo no tenía nada que decir, así que luego de aprender los programas, saqué un blog y experimentando un poco empecé a hacer cosas que cada vez más se relacionaban con el humor, sobre todo el humor negro.

¿Qué pasó con  Ed Hibert?
Ed Hibert nació a raíz de la creación de un blog, era este personaje ácido, un asesino es cierto, pero siempre en situaciones tragicómicas, lo que aligeraba un poco el peso visual de la sangre. Recuerdo que después de estar publicando la tira durante algunos meses murió mi papá, entonces los chistes sobre la muerte empezaron a ser cada vez más recurrentes. No sé, quizá fue mi forma de afrontar la situación. Justo en esa época me cambié el apellido a ‘Lavida’, porque Carlos Dávila era el nombre de mi viejo, ese era su nombre, no el mío. Ahí creo que me di cuenta que podía hacer cosas graciosas, empecé a voltear un poco las situaciones.



Tienes chambas que son muy distintas entre sí, ¿Te propones ser versátil o es algo que se da de forma casual?
Yo creo que salté de las viñetas chiquitas a la novela gráfica porque lo que tenía que decir se volvió más extenso y ya no me bastaba el soporte de la viñeta única o la tira cómica. Lo que pasa es que para vivir necesito un trabajo y no soy Liniers pues, tengo que seguir las tendencias y acá, en nuestro país, se hace mucho humor político. Creo que me adapto bien y que siempre conservo el humor. Lo de Vallejito es algo que me nace del corazón, pero también del corazón me nacen cosas aberrantes como Super Freaks. No sé, quizá estoy mal de la cabeza (risas). Dentro de todo siempre conservo el eje de lo sarcástico.

Siempre hay texto en tus dibujos, como complemento
Sí, por ejemplo la última novela gráfica parte un poco de los cuentos que antes escribía. Siento que el texto cierra lo que quiero comunicar. A pesar de que no me siento con la facultad total para decir qué es lo que está bien y qué lo que está mal, yo creo que a la mayoría de dibujantes les falta un guionista. Yo me considero un guionista con facilidad para el dibujo, ni si quiera soy un buen caricaturista y me respaldo mucho en el trasfondo del chiste. Me trato de pulir en el camino.

Volviendo a lo de Vallejito, ¿dirías que es para niños o para adultos?
Mientras hacía Vallejito, mi sobrino que vive cerca a mi casa se iba a jugar a un parque vecino y siempre venía por gaseosa. Uno de esos días pasé por el parque y estaba jugando futbol, entonces lo faulearon y exclamó: ‘Hay golpes en la vida…’ creo que puede ser para chibolos como para adultos, Vallejo lo enseñan en la escuela, no creo que sea muy complicado identificarse. Desde el principio mi público objetivo fue personas que gusten de la poesía, pero creo que es amigable con todo tipo de lector. Si lo compran los niños, espero que este libro los acerque a Vallejo, en eso el humor quizá ayude un poco.

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Publicado en la edición N. ° 51 de la revista Velaverde