porque el tiempo es breve, pero me ama

lunes, 24 de febrero de 2014

no sé, quizá fue la lluvia por la noche. yo dormía pero podía escuchar la caída de la lluvia dentro del sueño. algo así como una cascada de arroz crudo arrojado desde lo alto en una olla que no termina de llenarse. como el ruido de aquellos autos que pasan por la avenida wilson y que nuestra embriaguez convierte en olas, sirenas y barcos que anuncian su llegada o su partida. y nosotros, encaminados hacia la inconsciencia, despedimos a todos esos pasajeros anónimos agitando un pañuelo desde la ventana, y el pañuelo es una sábana estampada con mi sangre o con tu sangre traslúcida, o es la luz de tu lámpara girando sincrónica con las luces de los faros de los autos que pasan como olas, barcos, peces. un cardumen de evocaciones. un tiburón que nos muerde el cuerpo en lados opuestos. entonces soy tu espejo y si mi 'yo reflejo' desparece del marco, un vacío como de desayuno inconcluso te invade, y tu estómago protesta como si también tuviera un alma.

si despierto ensimismada en la idea de que el tiempo es un villano, el mayor de los canallas y si acto seguido, trituro tu reloj de un pisotón o si de un manotazo de ahogado -de aquel que se ahoga en el sueño- condeno al exilio a aquel bicho que suena y da la hora cada hora, y si te digo: quédate. quédate. quédate ¿te quedarás? o irás a mojarte bajo la lluvia acaecida -¿qué es la lluvia cuando ya el viento o el sol ha secado las calles?- o irás a ensuciar el cuello de tu camisa para ser un hombre, uno bueno, uno que ahorra pero que descuida las horas de comida. uno que me besa procurando equidad en todos los pliegues de mi rostro. quédate. quédate. quédate. deja que el barco zarpe y sé un polizonte y también las redes y un salvavidas y un radar y un remo y la agitación de las olas y el lado oculto de un iceberg y la luz de un faro implantado en mi rodilla, y también sé el niño que se queda lloriqueando en el puerto o la angustia en el pecho de una dama, ese ardor, ese pequeño fuego atrapado en una pantalla de vidrio ahumado o sé cualquier cosa que desees esta mañana, y yo barreré la lluvia y seré tu puerto y sabré hundirme en ti con todos mis inútiles tesoros a cuestas.