extraño el no haberte conocido, o el haberte conocido muy pronto o el no haberte conocido más. lamento todo el desconocimiento que se llevó y no se llevó a cabo. lamento la no pérdida y el no duelo. ascender hacia la adultez por aquella escalera estrecha y llegar siempre a la hora para los encefalogramas y las ecografías, pero nunca a tiempo para tu afecto. aprender a abrir la mente o dejarla entreabierta, sentarme sobre la cama y mirar el picaporte, y rogar, rogar que se gire la perilla para entregarme a la ignorancia plena. al anzuelo que nadie se tragó.
siento nostalgia por el cabello que aún no crece cano en tu cabeza. olvido las canciones que nunca aprendí. extraño algo que no tiene forma, y si lo extraño demasiado, también lo odio. destripo tu ausencia a cuchilladas laxas, a escupitajo limpio salivo tu nombre cuando sueño, amortiguo mi caída desmembrando alguna emoción densa y luego vuelvo a ser tan infeliz como siempre. aprecio lo bello de lo inconforme, escarbo pacientemente entre lo inútil hasta encontrar el hilo que sujete mis palabras. y pueda que logre hallar un cauce, y pueda que solo sirva para poner a escurrir un llanto, y pueda que encuentre la forma de salir del laberinto antes de ser embestida por el silencio.