HICE ESTA CANCIÓN PARA CONVENCERTE
DE QUE CACHEMOS ¡YA!
[ ESCRIBE: KARINA VALCÁRCEL ]
Tenía 16 años y cursaba el quinto de media cuando un
muchacho me regaló el que sería mi primer casete de rock nacional. Era el año
2001 y Libido estaba de moda y mis compañeras juntaban las propinas para
comprar fotos de Salim Vera a un señor que lucraba con el auge de nuestras alborotadas
hormonas, a la salida del colegio. Pero no fue un casete de Libido lo que me
había obsequiado el chico aquel. Por aquella época era yo una señorita modosa
que juntaba bien las piernas al momento de sentarse y que nunca en su vida había
estado en un pogo sangriento. Grande fue
mi desconcierto al leer el infame título impreso en letras rojas:
‘Suicida de 16 y otras canciones’.
Fue casi un año después que me digné a hacerle caso al
mencionado casete. Quizá porque recién me empezaba a gustar aquel muchacho
autor del obsequio o quizá fue que mi recurrencia a la escuela de artes en el
centro de Lima me hizo sentir más desprolija y under. Recuerdo claramente la primera vez que escuché el ‘Suicida
de 16’. Incluso recuerdo estar sacando de la casetera de la radio de mi hermana
mayor una cinta pirata de Ricardo Montaner. Tengo grabada en la memoria –y pa’
concha en plano detalle- la imagen de mi mano introduciendo el objeto de
plástico transparente, el sonido de la puertita de la casetera al cerrarse, el
durísimo botón de ‘play’ siendo apachurrado y ¡zaz! Una orgía de instrumentos
musicales inaugurando el lado A con el tema nombrado ‘Intro’. Luego Doctor
Merengue, luego La inocencia primaria del diablo y luego una de las canciones
más pastrulas que he escuchado en mi vida: Celtar. Y de pronto oír esta cinta
se convirtió en todo un viaje de sensaciones, porque ya no era solo el llamado
vehemente a saltar y mover la cabellera de forma frenética, sino que luego hubo
un ‘Campo minado de corazones’ en el cual echarse a descansar, un precioso tema
instrumental en clave de música andina. Tan solo la guitarra y entres sus
cuerdas, los dedos de Rafo Ráez, el causante de toda esta bonita experiencia.
‘Suicida de 16 y otras canciones’, grabado y mezclado en un
verano del año 1996, fue la música a la que siempre volví durante muchos años
de mi vida y en distintas situaciones. Cuando mi sueño de estudiar artes
plásticas declinó me gustaba corear ‘Y que el arte te harte’, frase del tema
‘Si pudiéramos vivir’. En mi lista de reproducción de música para follar tengo
un lugar reservado para el tema ‘Edén’. En algún momento en el que fui vencida
por ese estado de estupidez en el que nos sume el amor me gustaba cantar
‘Cuanto de mí es solo tu voz encarnada en mí’ y ahora mismo, mientras escribo
esta nota suena por los parlantes de mi laptop ‘Los regalos del viento’.
Mención aparte merece el tema que le da título a la
grabación. Suicida de 16 es la reflexión hecha por un adolescente que termina
por saltar desde lo alto de un edificio y parafraseando un poco: su depresión
lo había llevado al límite, pero él quería pensar, reconsiderar la alternativa
del suicidio y sin embargo, llegaron las vecinas y luego la prensa y todo se
fue un poco a la mierda. ‘Este casete es resultado de un tipo de desconfianza
ante los medios masivos de comunicación. Desconfío de sus gustos, desconfío de
su moral, de su tamaño, de su inteligencia de 100 metros planos’ escribió Rafo
por aquella época, en el librillo que viene con el casete.
‘Suicida de 16 y otras canciones’ fue luego editado en disco
compacto (también lo tengo, y encima autografiado) y después de un tiempo ya no
se hallaba en ninguna discotienda, ni si quiera en Galería Brasil. Es por eso
que me llena de alegría saber que el disco ha sido reeditado este mes y este
año, y ya se puede conseguir en las discotiendas que sobreviven en nuestra
ciudad: Phantom Music, El Grito tienda, GJ Records, Moving Sound, entre otras.
De mis dulces 16 este objeto es lo único que se preserva intacto. Todo lo demás
fue arrasado por la cochina realidad. Es un buen disco, créame, no se
arrepentirá.
_____________________________________________________________________________
*Si usted
llegó hasta acá esperando alguna explicación sobre el título de esta nota, seré
buena y no le dejaré la duda. ‘Al amor se ha dicho’ es algo así como una
antibalada, quizá la más sincera canción sobre el amor y el deseo, también está
incluida en este CD y versa así: ‘Hice
esta canción para convencerte de cachemos/ no voy a pedírtelo/ hice esta
canción para demostrarte’ cuánto te quiero/ no voy a rogarte (…)”