porque el tiempo es breve, pero me ama

viernes, 25 de octubre de 2013

apareces en un gran campo donde el pasto es un amasijo de pelos erectos pero dóciles. no hay espacio alguno para otro elemento que no sea tu cuerpo y la hierba capilar que te sobrepasa en estatura. caminas. primero muy lento y con temor a la oscuridad que te envuelve. caminas lento y avanzas sintiendo la mata que se parte a medida que exploras el territorio. adquieres algo de confianza y dejas que tu cuerpo entero sea una hoz sin filo que se desplaza aceptando la naturaleza de la muerte o la muerte de la naturaleza. ya no importa, ahora avanzas un poco más deprisa. te sientes como un pedazo más del campo. una raíz que se dio cuenta de la existencia de sus pies.

¿cuándo es que tuviste conciencia de tu propia existencia?

tengo la teoría que quizá sucede cuando adquieres la noción del año en que naciste. quizá fue en primero de primaria que supiste que en 1985 llegaste al mundo, entonces puedes afirmar confiado: yo nací. nací en un año, algo tiene que ver eso con la historia, soy sujeto del tiempo. soy una cifra. soy un ser humano anotado en algún registro. o quizá sucede cuando adquieres conciencia de que algún día tu vida acabará. es más certero decir: sé qumoriré, que decir: estoy vivo.

otra vez estás en el campo y no sabes en qué momento empezaste a correr. eres una gacela. eres una raíz. puedes deletrear la palabra intrepidez, aunque te suene terrible: i-n-t-r-e-p-i-d-e-z. trepidé. trepar. partir. cada vez más deprisa. ahora galopas. ahora cabalgas. ahora eres un haz de luz que ilumina de forma radial el paisaje. un fenómeno a ser reportado por un satélite espía. entonces abro la boca y la luz de tu cuerpo brota a través de mi garganta. un golpe seco de voz. residuos de las paredes blancas en mis uñas. un maizal desbordado. la mano que reposa sumergida en mi risa. el azul color de la calma.

 la conciencia de tu existencia en mi existencia.