porque el tiempo es breve, pero me ama

jueves, 13 de junio de 2013


Al menos dos veces por semana almuerzo con C. Nuestros temas de sobremesa son de lo más escatológicos, pero felizmente, no se restringe únicamente a ese tópico. Por eso no es raro que una tarde, C. llegue a la oficina y me diga cosas como: Estoy lleno de caca. Claro, no se refiere a caca humana (otra vez: felizmente) sino al resultado de la tarea ardua de cambiarle el pañal a su perra. Si, C. le pone pañal y calzón a su perra sin pelo, dice que porque está reglando. Hasta donde sé, el calzón era amarillo y había pertenecido a su madre (a la madre de C., no a la de la perra).

El otro día me dijo: la vagina de mi perra parece un pimiento trozado. -¿Trozado cómo? ¿transversal?-pregunté. La respuesta fue afirmativa. Luego añadió: se ha robado ocho plátanos y se los ha comido.
No conozco personalmente a la perra de C. Pero él se encarga de darme los detalles más íntimos de su vida, de cierto modo le he agarrado cariño.

Como contaba al principio, hablamos también de otras cosas, cosas como el futuro, los libros, los hombres, pero nada de ello es tan bonitamente extraño como el tema de su paternidad canina.

***

Nos suele suceder que salimos a almorzar sin rumbo fijo. Sin si quiera una idea definida de lo que queremos para el almuerzo. Entonces caminamos un rato sin rumbo, conversando de cosas que nos distraen aún más de nuestro objetivo inicial de encontrar comida. Es así que en los últimos tres meses he almorzado en al menos quince lugares distintos de Miraflores. La última vez, desviamos el camino de regreso para visitar un par de exposiciones de arte. Le conté a C. sobre los helados Ovni y mientras caminábamos por Larco, él me contó que una vez visitó a Westphalen en la Maison de Santé y le leyó sus propios poemas. Me dijo que Westphalen ya estaba muy viejito y no hablaba, pero lo miraba atentamente con cara de sorprendido. Westphalen es uno de los poetas a los que más quiero. Murió el mismo año en el que terminé el quinto de secundaria. Sensación suavizada de tristeza al saberme viva en el mismo tiempo de algunos escritores que ahora amo, pero que en ese entonces desconocía.

Prendo un cigarrillo para lo que resta de camino, avanzamos lentito y ya en silencio hacia la redacción.