porque el tiempo es breve, pero me ama

viernes, 27 de abril de 2012

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La inspiración es entendida por el común de la gente como algo que se puede propiciar. Por eso me han preguntado más de una vez sobre ello, sobre el momento de la inspiración como un conjunto de factores que uno puede planear y ejecutar ¿Cómo te inspiras? ¿Qué cosas te inspiran? ¿En qué te inspiras?

Mis respuestas son variadas y generalmente ocultan alguito de bilis que disfrazo con algunas bromas para no convertirme en el Increíble Hulk.

La inspiración evidentemente no es algo que uno pueda predecir o elucubrar, no se logra diciendo: Bueno, vamos a inspirarnos. No se logra “creando el clima”, ninguno de ellos; ni la salita silenciosa con velas aromáticas y café humeante, ni la habitación oscura con música caleta y torres de papel bond y menos aún el otro extremo en el cual el escritor deber ser inevitablemente un bohemio sin remedio e ingerir toneladas abominables de alcohol, golpear y besar en la misma dimensión y con la misma frecuencia a todas las mujeres, porque ser un maldito sirve tanto como ser un bendito y todo ello es pura basura, desastroso porque solo crea una “inspiración artificial” si se quiere.

Este des/contexto solo declinará en un grupo de palabras sosas reunidas en un texto tan natural como un frasco de esmalte para uñas.

No es que no crea en el momento de la inspiración, de hecho muchas veces he sentido que me ha tocado. Pero no puedo afirmar tan campante que la inspiración existe y que la consigues en Wong con una esponjita de regalo. Para responder la pregunta sobre la inspiración tengo que meterme todo este rollo donde explico que la inspiración es un lugar no común y no frecuente. Al menos no ahora, en mi caso.

Ahora hay que saber distinguir entre “la creación o la búsqueda de la inspiración” y la determinación de ponerse a escribir; porque lo segundo, de hecho, es algo más real y además totalmente distinto a lo ya explicado. No se puede teorizar sobre ello, cada quien encuentra el espacio para escribir lo que tiene que escribir, porque si para eso estás en el mundo entonces lo quieras o no, escribirás.

Alguna vez todos fuimos antenas y las palabras llegaban a nuestras mentes como una inundación maravillosa, y si alguna vez todos fuimos antenas, alguna vez lo volveremos a ser sin necesidad de rompernos los ojos, sacarle callo al cerebro o a la memoria, sin necesidad de hacerse el sufrido; mientras tanto apuntemos las ideas, leamos todo pero no de todos, exploremos otras formas, llenemos las libretas con aquello que creemos tonto y vano, pero sobre todo dejémonos vivir en paz porque alguna tarde en medio de la horrible comida de menú, el paso atortugado de los buses, el boleto convertido en avioncito, las noticias de muerte y violación, los pies calentitos en las medias, el estornudo y los ácaros de aire acondicionado;

 la inspiración vendrá

y te meterá la mano.