porque el tiempo es breve, pero me ama

miércoles, 11 de abril de 2012

Joaquín tiene peculiar vocación de agricultor. Le gusta por ejemplo despepitar los limones para arrojar las pepas al jardín trasero de mi casa, por cierto un jardín tristísimo minado con caca de perro, y luego riega la zona donde cree crecerá un limonero frondoso que le aliviará las preocupaciones de la vida adulta.
Lo mismo con pepas de zapallo, papaya y mandarina. Nunca le resulta lo del árbol, que solo crece en su imaginación. Inunda el jardín con su baldecito playero hasta el punto de hacer flotar las cacas de perro en forma sincrónica.

Yo lo observo y no lo detengo nunca. No lo hago porque me fascina su fe en lo imposible y porque me recuerda mucho a mí, porque yo también voy por la vida inundando todo a ver si algo crece. Fertilizo las piedras y a veces solo la cago.
No pierdo la fe porque espero que algún día crezca un frondoso limonero que me abrace, un árbol fuerte que quiera ser mi casa y que eche raices sin temor sobre mi pecho.

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He vuelto a Cortázar porque me hace sentir hallada. Leí La autopista del sur que es un cuento donde los personajes son nombrados según el modelo de carro que conducen, esto debido a que la historia narra lo que sucede durante un embotellamiento camino a París. A medida que pasaba las páginas me iba sumiendo en una terrible desesperación, como si yo misma fuese la muchacha del Dauphine anhelando dolorosamente una ducha. Y pensaba que era muy triste todo eso del embotellamiento y la actitud de manada, pero luego me encariñé con la situación, que fue lo mismo que le pasó al ingeniero del Peugeot 404. El final me mandó a la mierda y deseé que no fuera cierto aquello de que toda la vida es solo entrar y salir del jodido embotellamiento, acostumbrarse nuevamente a la circulación hasta la próxima parada.

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Mi risa es similar al sonido de una automóvil al que le va mal con el arranque. Esto porque estoy muy afónica y mi voz solo podría servir para vender uva italia alrededor de mi cuadra. Me acaricio la garganta y bebo sopa de sobre multivitaminizada con un huevo que sobrevivió a la guerra fría en mi nevera. Acabo de recordar que también tengo una barra de chocolate en el congelador hace ya una semana y media.


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El problema de la raza humana es que no ha sido bendecida con la sensibilidad de las cucarachas. Estoy cien por ciento segura que las cucarachas no se enamoran nunca, que tienen la memoria de un clavo y que eso las ha hecho sobrevivir a todo lo insobrevivible. Repudio las cucarachas pero valgan verdades, a veces me gustaría ser una de ellas.

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Para terminar; hoy debía salir mi nuevo libro de imprenta, pero no salió. Es un libro doble y es el motivo principal por el cual todo ha cambiado y cambiará aún más por aquí. El primer libro se llama "Otros te[a]mores" y el segundo "Variaciones" y si todo va bien lo estaré presentando a fines de abril o inicios de mayo. Trataré de postear seguido, ya que este blog anduvo abandonado por un buen tiempo. Suficiente por hoy, buenas noches los pastores.

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