El cuerpo como lugar de apropiaciones y pequeñas pulsiones de muerte es el escenario conde se desarrollo el discurso de este nuevo poemario de Karina Valcárcel. En Una mancha en el colchón, una psique atormentada por el recuerdo de una vida pasada, por el cambio de rumbo de esta, proyecta sus dudas y temores en múltiples voces que configuran un discurso polifónico, pero siempre al unísono, a la manera de flashbacks que resitúan el recuerdo en una temporalidad inmediata: La huella mnémica, como decía Freud. La mancha, así, se sitúa como signo y letra. Como la huella de un cuerpo que ha cedido su lugar al vacío y que sin embargo dice "presente" en su manifestación metafísica.
Es precisamente este uno de los grandes aciertos de este poemario de Karina Valcárcel, pues no restringe las posibilidades expresivas del cuerpo a una cuestión genital, como tanto y tan mal se hizo en las tan celebradas poéticas femeninas de los años 80s del siglo pasado, sino que, más bien, extiende y hasta, por momentos, hace jirones con su propia piel intentando bordear el territorio desconocido al que ha sido expulsada, y que vuelve suyo, finalmente, no sin antes dejar fuera al Rey que le ha impuesto el castigo o la trampa. Castigo o trampa que Karina ha sabido sortear con esmerada entrega y lascivia.
Víctor Ruiz Velazco
2 comentarios:
se ve arcano, sobre todo por como lo describes.
lascivia.....
jeje
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